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SABER ESCUCHAR


Los seres humanos creemos que por el hecho de oír ya escuchamos.   Esta capacidad única del  ser humano, puede con práctica, llegar a desarrollarse, el aprender a escuchar forma parte del crecimiento psicológico y espiritual. Definitivamente oír no es lo mismo que escuchar, se necesitan muchas más capacidades para poder y saber escuchar.  

 

El oír es simplemente percibir vibraciones de sonido, es un acto físico, una actitud pasiva ya que se reciben consciente e inconscientemente los sonidos y ruidos de alrededor.   

 

Escuchar es entender, comprender, dar sentido, es un acto espiritual, es una actitud activa ya que se requiere una especial atención, los animales oyen porque tienen oídos, pero sólo los seres humanos pueden transformar el oír en escuchar, y ya que éste es un acto espiritual,  se escucha con el alma, con el interior, con la inteligencia. Quienes tienen atrofiada la capacidad espiritual, tienen dificultades para  escuchar. Escuchar no es simplemente una habilidad social y comunicativa, es una actitud humana y espiritual que se realiza de forma voluntaria y requiere de disposición y esfuerzo.

 

La escucha activa y efectiva no sólo se centra en  lo que el otro  está expresando con sus palabras sino también con sus sentimientos e ideas. Para escuchar de esa manera es preciso cierta empatía, ponerse en el lugar de la otra persona, ejercitarse en la disposición psicológica para atender y observar al otro, tanto en su comunicación verbal  como en la no verbal, en el contacto visual, los gestos, las expresiones, la vestimenta, etc.

 

En una escucha atenta es necesario no distraerse, no  interrumpir al que habla, no juzgar, no ofrecer ayuda o soluciones prematuras, no rechazar lo que el otro está manifestando o sintiendo, no contar nuestra historia, no contra argumentar, no pretender tener todas las respuesta y mucho menos pretender tener la razón.

Al contrario, es preciso percibir activamente las emociones del otro,  entender sus motivos, escuchar no sólo las palabras sino también los silencios.   Eso no significa siempre aceptar o  estar de acuerdo con lo que expresa el otro.  

 

Para una buena escucha hay que evitar  las etiquetas y los rótulos que actúan como prejuicios, requiere un esfuerzo consciente conseguir que el  interlocutor se sienta comprendido y libre para expresarse.

La escucha activa bien utilizada genera confianza, cercanía y seguridad.  Tiene un maravilloso poder curativo. El que escucha se convierte en un catalizador para que el otro organice sus palabras y sus sentimientos, pudiendo tener mayor control para tomar decisiones y mayor luz para su discernimiento.

 

Escuchar es un arte espiritual que está estrechamente ligado a muchas virtudes. Escuchar requiere amor, paciencia, disposición, entrega y hasta sacrificio.  No existe obediencia sin escucha, etimológicamente la palabra obediencia viene del latín y contiene la raíz audire que significa escuchar. Obedecer es escuchar atentamente.

 

Uno de los primeros servicios que un ser humano le debe a otro es escucharlo, el amor  a los hermanos consiste en aprender a escucharlos, lo cual puede ser un servicio mejor que el hablar. Hay muchos que hablan mucho y pocos los que escuchan.

En un mundo saturado de ruidos y de impactos sensoriales es difícil escuchar, quien no practica la escucha termina siendo un sordo, al menos espiritualmente. Aprender a escuchar es una aventura donde al final se encontrara uno mismo.

 

En los siguientes videos podrás encontrar mayor información acerca del tema: 



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