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LA QUEJA


Es claro que la queja no se  delimita a una sola  generación,  todos  por lo menos una vez en la vida jóvenes o maduros nos hemos  quejado del trabajo, del gobierno, la escuela,  la comida, el clima, los hijos, los vecinos o el costo de la vida. ¿Por qué nos quejamos con tanta facilidad?

 

 Pareciera  que la  imperfección humana nos lleva  a la queja, sin embargo hacerlo como una forma de ser, de vivir  genera que nos sintamos desanimados, desilusionados o enfermos. Aunque la queja puede ser una válvula de escape para nuestra frustración, esta genera una vida autodestructiva.

A veces las quejas son provocadas por  choques de personalidad, en este caso  si el agravio no es muy serio, la primera pregunta que podríamos hacernos es: ¿Puede el amor que me tengo a mi mismo ayudarme a pasarlo por alto? ¿Mejorará la relación si me quejo del trato indebido que recibí? Aun en casos en los que estaría justificado quejarse, el estar dispuesto a perdonar en vez de entregarse a la queja asegura un estado de calma, paz interior y salud.

 

Aunque haya  motivos de queja válidos la mayoría de nosotros debe admitir con franqueza que hay ocasiones en que la falla humana hace que nos quejemos sin necesidad, porque no nos vemos en perspectiva, porque perdemos la concentración, además que dejamos que los errores y quejas de los demás se nos contagien terminando por exagerar el problema.

 

La gratitud es una herramienta para ayudarnos a dejar la queja y empezar a ver el lado positivo de las situaciones y de las personas, el comprender por qué es tan dañino el espíritu de queja puede motivarnos a vencer el hábito de quejarnos. La gratitud abre la posibilidad de cambiar el pensamiento dañino y ver lo valioso de estar vivos.

 

Un beneficio importante  que disfrutan los que superan la costumbre de quejarse es que pueden ver los asuntos  con objetividad. La persona quejumbrosa rara vez se detiene a considerar otros puntos de vista, además si somos capaces de hacer un análisis objetivo de los problemas podemos llegar a ver que nuestro comportamiento o actitud y quizás  a veces los propios errores han sido la raíz o causa de las dificultades y al darnos cuenta de ello hará probable que no volvamos a  incurrir en la misma falta.

 

No cabe duda, que nuestras vidas se enriquecerán si miramos las cualidades de las personas en lugar de sus errores. Si hacemos lo posible por evitar la queja de nuestros infortunios, nos sentiremos mejor. Hasta las pruebas y circunstancias problemáticas pueden ser  oportunidades  de fortalecer nuestra fe, nuestro carácter, paciencia y demás cualidades.

También es importante recordar que cuando nos quejamos, no nos perjudicamos solo a nosotros mismos también tiene consecuencias en los que nos rodean, nos hacemos tóxicos para los demás.

Tener un  amor intenso para sí mismo y para los demás es la opción para seguir creciendo espiritualmente. Un amor de esa índole nos mueve a cubrir los errores de nuestro semejante en vez de resaltar sus faltas. Podemos sentirnos agradecidos de tener una percepción mayor, recordar que a la hora de despedirnos de este mundo esas pequeñas o grandes dificultades solo fueron eso, ver lo mejor de los demás y no temer lo peor de ellos o de las situaciones es un gran salto para alcanzar la grandeza de espíritu.

 

 

En los siguientes videos podrás encontrar mayor información acerca de este interesante tema:



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