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¿LA MENTIRA AFECTA NUESTRO DESARROLLO ESPIRITUAL?


Existe un refrán popular que dice “Una gota de mentira puede contaminar un mar de confianza”. Es común ver que en la  actualidad personajes públicos y gobernantes utilizan  la mentira  para lograr sus fines, es algo tan natural que se ha convertido en algo sin relevancia, sin embargo utilizar la mentira  trae consecuencias para el bienestar personal y social.

 

La mentira muchas veces se utiliza como una forma de  relación para mantener las interacciones sociales, de ahí surgen las mentiras piadosas cuyo impacto  no es gigantesco, ni la intención es perjudicar sin embargo las mentiras a gran escala es cuando estas perjudican a más de una persona o a millones inclusive poniendo en riesgo la vida.

 

Mentir no debería ser algo normal, la mentira afecta  la inteligencia y la voluntad,  y estas son necesarias para establecer una escala de valores, con esta escala se puede percibir cuales son los  bienes superiores, los que tienen mayor importancia. Cuando no se tiene una correcta escala de valores y se pone en la cúspide el propio beneficio o solo los bienes materiales, sin importar el bien de las demás personas, entonces la  realidad se sujeta a eso que, erróneamente, es considerado el bien supremo, y entonces se emplea cualquier medio como la mentira para conseguir ese fin.

 

En la moral y la ética, la mentira representa un comportamiento no aprobado, en la religión, se concibe como pecado y en la política, es un acto corrupto, las personas mienten por que las consecuencias de hacerlo les resultan favorables  para evitar un castigo, evadiendo el rechazo de los demás o se miente por temor o por miedo. Planear decir mentiras  requiere recordar todo aquello que se ha  dicho, no es lo mismo decir una mentira espontanea de vez en cuando que planear mentir sobre diversas situaciones, buscando en la mentira un “escape” de la realidad. Cuando una mentira tiene que ser sostenida por lapsos de tiempo muy largos  trae como consecuencia  alteración, estrés, paranoia, alerta de todo, angustia y agotamiento, incluso puede llegar a ser una manera de vivir.

En las personas acostumbradas a mentir predominan  junto con la vulnerabilidad, el temor a fracasar y no intentar lo que realmente quieren o buscan.

 

Una de las consecuencias más evidentes de las mentiras  es la pérdida de confianza que causa en la otra persona y cuando descubrimos que alguien nos miente, nuestra inclinación a partir de ese instante es a desconfiar de cada cosa que nos diga. Una desconfianza que aumenta si las mentiras son varias, la razón principal es porque ya no sabremos si nos mienten o no.

Es por ello, que la mentira causa un inmenso dolor en los demás, pero sobre todo, en quién miente. Al perder la confianza de aquellos que le rodean, corre el peligro de acabar llevando una vida solitaria, y lo peor de la mentira es el alejamiento de sí mismo,  porque en la mentira interviene el ego y se olvidan las cualidades que si se poseen, incluso puede llegar un momento en que ya no puede reconocerse la realidad, y empiece el triste espectáculo de creerse las propias mentiras.

Cuando sintamos el impulso de mentir, lo primero de todo es pensar en que las mentiras hacen daño aunque en un primer momento no sepamos verlo. Si nuestra vida se basa en la sinceridad, no tendremos necesitad de jugar un doble papel con los demás. Es tan importante educarnos y convivir en la sinceridad, respeto y generosidad. Muchos psicólogos, ministros religiosos y líderes espirituales  aseguran que lo ideal es saber  conversar sobre la situación con total libertad, respeto y buena comunicación, vale el esfuerzo ser sincero y trae sus ganancias en la plena libertad con que se vive.

 

 

En los siguientes videos podrás encontrar mayor información acerca del tema:



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