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EL DOLOR Y EL SUFRIMIENTO


Dijo Buda después de años de meditación y aprendizaje:

 

  “El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional”.

 

A lo largo de la historia de la humanidad las personas  han intentado evitar a toda costa el dolor  por medio de buscar el placer y huir de aquello que  lastima y hace daño, sin embargo, comprender que tanto el dolor como el sufrimiento serán  compañeros de vida por lo que es de vital importancia  entender la diferencia entre ellos y tratar cada una de estas experiencias y así permitir  un cambio y crecimiento en la persona.

 

El dolor es una vivencia identificable, tangible. Es un fenómeno concreto que está presente de manera real para quien lo padece. Cada uno de nosotros aprende el significado de la palabra “dolor” a través de la experiencia personal, originado por diferentes causas. El dolor es un aprendizaje personal, una sensación, que evoca una emoción, que es molesta y desagradable. Normalmente el dolor se relaciona con una pérdida, con un duelo. Es una sensación que puede llegar a ser de corta duración si lo dejamos sentir adecuadamente. El dolor es proporcional a la pérdida que tuvimos, puede comprender varias emociones como por ejemplo, la tristeza o la rabia. 

 

Por el contrario, el sufrimiento se ubica y se alimenta en un tiempo y espacio distintos al momento presente, es una elección, incluso a veces es una posición de vida, una manera de mostrarse ante los demás. El sufrimiento puede durar toda la vida, aunque el hecho que lo provocó ya haya pasado. Ante el sufrimiento no solo intervienen emociones sino que también intervienen los pensamientos, que pueden llegar a ser obsesivos. Generalmente sufrimos por lo ya ocurrido o por lo que creemos que ocurrirá en un futuro, también se sufre por la manera en que la vida es interpretada por cada quien, distorsionando muchas veces la realidad. En este caso, el sufrimiento siempre es alimentado por los pensamientos y emociones y a diferencia del dolor, el sufrimiento es subjetivo.

 

Es común encontrar personas que abusan de su posición en el victimismo obteniendo algunos  “beneficios” del sufrimiento en lugar de responsabilizarse de lo que les está pasando. Aunque el sufrimiento  pueda parecer  involuntario, es conveniente destaparlo para poder aprender a hacer algo diferente ante el dolor.

 

Negarse a vivir el dolor, no aceptar la situación que  produce dolor, preguntarse ¿Por qué a mí? y no responsabilizarse del mismo,  conlleva a buscar a una persona para que sea la “salvadora” y que pueda ayudar a salir de ese  sufrimiento, también concibe sentirse víctima y manipular al  entorno, atraer “público” para llamar la atención y sentirse querido, quedarse, en el pasado sin moverse hacia el futuro generando más sufrimiento, algo así como llevar un peso en la mochila durante demasiado tiempo, sin ni siquiera plantearse la opción de ir aligerando esa carga poco a poco.

 

Sufrir es no querer mirar el dolor, querer evitarlo e instalarse en lo “incómodo” como una forma de vida.

 

Ambos, dolor y sufrimiento son los pilares para iniciar el alivio, la aceptación y la cura, siempre y cuando se  acepten mediante un proceso psicológico y espiritual ¿Es el sufrimiento opcional? Sí, si lo es en la medida en que se puede ahorrar el sufrimiento aceptando el dolor, dándole un espacio y responsabilizándose de él.

Para dejar de sufrir necesitamos aceptar que estamos sufriendo, validar nuestro dolor y ver cuál es la ganancia secundaria que estamos obteniendo con el sufrimiento.

 

 

En los siguientes enlaces podrás encontrar mayor información acerca de este interesante tema. El último enlace es una charla con el doctor Boris Cyrulnik donde expone sus puntos de vista acerca de la resiliencia como forma para superar el sufrimiento.

 



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